9.4.06

Lo viví en mis embarazos


Me propongo relatar, resumido, lo vivido por mí durante las nueve últimas lunas.
Desmitificar -porqué no- que detrás de esa figura sinuosa, aparentemente distraída y feliz, se encuentra un paciente crónico, con horas de insomnio, acidez constante, dolores varios y cansancio permanente.
Esto me hace recordar a mi prima estrenando su nueva nariz luego de desembolsar no se cuantos dólares y sufrir los mas atroces martillazos. Ya de nuevo en la calle y recuperada, el primer piropo que recibió fue: Que hermosa naricita!!! Nos miramos y nos reímos, si supieras... pensamos las dos, por las que tuve que pasar!!!!
Con el embarazo pasa más o menos lo mismo. No hay una época en tu vida en la que no recibes mas piropos: de hombres, mujeres, ancianas y adolescentes. Y hasta están los que se atreven a decirte lo bien que te quedan los kilos de más o te frotan la panza como a un buda... La procesión va por dentro, amigas, y muchas de ustedes lo saben.
El primer tiempo un padecimiento, primero la ansiedad del estaré o no? Será un retraso? Me hago el test? Hartamos a nuestros maridos y hasta que por fin, accedemos... Mientras nos hacemos el test, ya tenemos la primer náusea y pensamos que es el pantagruélico desayuno que nos propinamos. Pero no... al minuto empiezan a pintarse las dos rayitas... Y ahí nomás tenemos la segundo náusea y el primer mareo. Y nos proponemos, de paso, dejar de tomar cerveza, comer menos y pedir turno con el obstetra. A eso le sumamos la angustia de haber comido tanto en el desayuno...
Vamos al obstetra, nos ordenan los análisis de rutina, la primera ecografía y la consabida advertencia de esperar hasta el tercer mes para dar la noticia. Pero: a nosotras nos piden discreción? Primero porque queremos gozar de los privilegios de toda embarazada y segundo porque no somos nada discretas, salimos del consultorio con la sonrisa de oreja a oreja (según el caso) y apenas vemos a nuestro marido lo abrazamos, lloramos juntos, y nos proponemos- en secreto- vengarnos de los hombres con las piernas en alto y todas las almohadas posibles solicitando los antojos mas insólitos (al fin y al cabo al bebé lo llevamos nosotros y bien que nos cuesta)
El primer trimestre pasa lento, entre las nauseas, la acidez, el asco y el ensanchamiento de cintura. Estás mas gordita?, nos preguntan. Y encima no podemos demostrar que estamos embarazadas...
Viene el segundo trimestre y si bien experimentamos un bienestar, comenzamos a comer como desaforadas y a hacerle trucos al obstetra a la hora de pisar la maldita balanza. Sacarnos las botas, usar hasta el corpiño más liviano y comer el último bocado solo media hora antes de entrar a la consulta. Pero no, no surte efecto, nos llevamos un buen reto y un consejo: no comas nada que empiece con P (postres, pastas, pan, papas) y uno piensa que?????? Entonces no tengo que comer nada de nada, tampoco pollo, puerros, pescado, (jejeje). Así se nos pasa los segundos tres meses, con la ansiedad (se agrega otra ansiedad a la lista) de saber el sexo del bebé, tratar de dormir porque después no se puede y caminar lo máximo que puedas (caminar en el shopping porque si te toca el embarazo en verano encontraras la excusa de que llueve mucho y si es en invierno, que hay viento y hace frío)
Llegado el tercer trimestre, se viene el huracán otra vez. Ya estamos pesadas y arrepentidas de todo lo que deglutimos empezando con p, b, d, d y todo el abecedario. Cansadas porque el bebé te dejó con los glóbulos rojos bajos, las defensas por el piso y además te hace sentir su vitalidad en todo momento. Duermes cuando puedes y cuanto puedes, son más las almohadas que nos apuntalan que la cantidad de horas que logras mantener un sueño continuo. La necesidad de orinar te hace de veras envidiar el pene de los hombres pero por el solo hecho de tenerlo tan largo para que llegue solito al baño. No te puedes agachar sin sentir de nuevo la maldita acidez, te dicen que comas cítricos para combatir el estreñimiento y te dicen que no los comas si tienes acidez. Tienes menos reflejos que un boxeador viejo, tienes cada vez mas hambre y cada vez te entra menos en ese estomago comprimido y encima estas estresada, esperas para cualquier momento!!!!! Y todos te lo recuerdan a cada instante no vaya a ser cosa que te olvides!!!! Si tienes cesárea programada, piensas, no hay drama, ese día hasta voy a ir a la peluquería pero el doctor te dice, ojo, en cualquier momento se puede desencadenar el parto igual. Entonces te pasas, el ultimo mes, tratando de buscar signos que denoten un parto inminente. Haces y deshaces el bolso mil veces, armas los conjuntitos, los desarmas, los arrugas y los planchas otra vez. Vas al baño y ves tu ropa interior húmeda y piensas: liquido amnioticooooooo?????? O me oriné un poco cuando estaba viendo La Niñera?????? Todo te molesta y a la vez te das cuenta que quieres ser el centro de todo, mostrar como se mueve el bebé, sus cositas nuevas, su nombre , todo eso que cabe en el universo de una mamá y te das cuenta que no todos están interesados, que pena, no saben lo que se pierden. También, con panza a cuestas, se te ocurre por luchar por los derechos de todas las embarazadas del mundo: a) comer lo que se les canta y solo cosas ricas
b) ser atendidas inmediatamente en todos lados
c) no padecer dolores ni malestares
d) que el niño nazca bien y fuerte y que se te quiten los malos pensamientos de la cabeza.
A propósito, en el supermercado padece una situación extraña, la única cola exclusiva para embarazada también incluía el cartel de SOLO HASTA 10 PRODUCTOS. Pero, donde se ha visto? Si con los pañales, los sonajeros, baberos, jabones del bebé, sumados al helado, las galletitas, gaseosas y demás alimentos calóricos , supero los 10 productos en 10 minutos?Después de todo dedico estas líneas al padecimiento normal de toda panzona, que dentro de todo, sabemos con orgullo que solo las mujeres podremos vivirlo (con infinita felicidad) y soportarlo estoicamente. La vida es una sola, a gozarla (aún estando embarazada!!!!!!)

5 comentarios:

Marian dijo...

Felicitaciones x animarte a hacer un blog.
Me encantan estos relatos.
Te estaré leyendo.

Anónimo dijo...

MAMITA ¡¡
QUÉ RELATO... ¡¡¡
¿NOTASTE QUE LA CAJA DE SUPERMERCADO QUE ES EXCLUSIVA PARA EMBARAZADAS, NUNCA TIENE CAJERO QUE LA ATIENDA ????
JUASSSSSSSSSS
BESITOS, TE SIGO LEYENDO
VERÓNICA

Anónimo dijo...

Excelente relato !!!
lo que me he reido no tiene nombre !

Me encantro que te animaras a hacer un blog !

Te felcito de corazon !

Verte dijo...

A full. Y ni hablar de que los privilegios continúen una vez nacido el crío, es decir:
1) poder estacionar cerca de la puerta y así bajar comodamente con hijo, cochecito, bolso, jueguetes y demás
2) Tener caja exclusiva para evitar que el pendorcho llore durante toda la fila
3) que te cedan el asiento en transportes públicos
4) y que nadie te joda y te de instrucciones sobre como criarlos, pero eso sí, disfrazadas de consejos.
Saludos

Porelchocolate dijo...

jajaja se nota la periodista allí eh!!!! el nivel de identificación que lográs es increíble!!!! lo de hacerle trucos al obstetra para pesar menos!!!! controlar la bombacha! la almohadas amigas! genial genial genial!