28.7.08

CARIÑAR EL ALMA


Mi hijo dice "cariñar" cuando se refiere a las caricias y la verdad es que a mí me encanta. El sábado amaneció templado, sin viento, ideal. Improvisamos compras, colchonetas y vajillas y nos subimos al auto. Si desde la ciudad de Córdoba se pueden ver las montañas, imaginate, cuánto podés tardar en alcanzarlas: 20 o 25 minutos. Y partimos a "cariñarnos" los ánimos.

El asador estrenó por segunda vez (claro que se puede estrenar por segunda vez!) su "ciencia", armamos la semi tienda para tirarnos a leer, semi tienda criticada y ubicada en el sector "para qué gastamos en ésto" y que por fin refutamos tal pre concepto. El niño metió los pies en el barro, hecho que incluyó buzo, medias y zapatillas. Comimos riquísimo y picoteamos budín de naranja hecho a las apuradas (de verdad, saben muy ricos, asi nomás, ponele esto, esto y eso al horno y sacarlo un minuto antes de salir).

Le convidamos carne a unos perros vagabundos y les dijimos que no, que al auto no, que hasta allí llegó la hospitalidad. Partimos a merendar por otros lados previa compra de buzo y medias (deme los más baratos, por favor) para que el pequeño no se congelara. Caminamos y caminamos y cuando estaba fresco, el café y el chocolate caliente terminaron este especie de "parche" a la cotidianeidad. Eso suma, les aseguro, pero hay que seguir trabajando en este tránsito emprendido en el último "parate".

10.7.08

LA FINITUD

Pienso que sé, precisamente, cuando me di cuenta de la finitud. Creo que se toma conciencia alrededor de los 6 años, conciencia de la muerte, de la separación, del nunca jamás. Yo tenía esa edad, mi papá trabajaba en el ferrocarril, entraba a las 5 y media de la mañana y volvía a las 2 y media de la tarde, almorzaba y se acostaba una siesta para luego completar el día a bordo de su taxi. Nunca oí cuando salía de casa en su bicicleta azul, invierno o verano. Pero sí tengo la conciencia de esperarlo ansiosa con el corazón palpitando cerca de la garganta. Se escuchaba, a las 2 y cuarto, una pitada de un tren que marcaba su hora de salida y hasta que no escuchaba rodar la bicicleta en el patio, no me volvía el alma al cuerpo. Cómo me he guardado ese miedo a que se muriera, como lo he sufrido. Como lo he ocultado temiendo que se hiciera realidad. Cuántas veces lo abracé exagerada cuando llegaba hasta calmar mi ansiedad, lo miraba comer, le robaba un trago de vino con soda y veíamos "Dimensión desconocida" con mi primo Javier mientras mi mamá le preguntaba por "novedades". Además aprendía, sin poder evitarlo y sin censuras, a cerca de la finitud sin comentarlo con nadie.

9.7.08

¿Y DESPUÉS?

Vacaciones de julio, un reporte del tiempo casi perfecto para un invierno que transita el amenazante cambio climático. Una semanita para compartir, poco dinero y la ciudad abierta. A esta mesa servida que puede llegar a ser exquisita y terminar como este banquete de Travis, le ponemos la mejor dosis de cariño, paciencia, tolerancia y buena onda.
Estamos recuperados, celebremos. Programas: viajar en trolebus (ayer lo hicimos wiiiiii!) y recorrer por el centro de Córdoba todo lo que deseen, comprando alguna que otra pilcha ya que la "fiebre" me los ha dejado con varios centímetros de más de altura y bastante hambre también para llenarlos (esto puro preconcepto de "nona" pero la verdad es que están más altos). Merienda en un bar clásico de la ciudad que tiene esos living que nos gusta a todos. Otras meriendas en las sierras chicas que, saben? las tenemos a no más de media hora. Caminatas y bicicleteadas por las ciclovías (asunto que ha resultado una carrera de obstáculos, sinceramente), mateadas con amigas con hijos, asado del papá (hoy es el gran debut luego de mi renuncia veraniega de seguir asando por un solo motivo frívolo y criticable: odio el olor que me queda en el pelo). Los proyectos en los días que nos quedan incluye feria del libro infantil y cine, por suerte en horarios de mañana que me darán horas libres por la tarde para estar echada, tejer, escribir o leer y charlar con mi querido asador.
¿El fin de semana? Me lo tengo reservado así que: alquilo niños a solteros que quieren conquistar mujeres que aman como se ponen los hombres con chicos alrededor, busco refugio en obras de teatro infantiles que duren más de cuatro horas o los ofrezco a abuelas que hagan postres, tortas, jueguen a las damas, al rompecabezas, armen collares de fideos o vuelen barriletes. ¿Alguno que responda a las características por allí?

3.7.08

OGRO MATINAL

Cerca de las 8 me levanto en puntas de pié. Ni respiro. Voy al baño, pongo la pava, preparo el mate o el café con leche. Muda. Prendo la compu. La tevé en mute. Silencio. Tostadora y dos rodajas de pan lactal, saco el queso untable. Me siento a la mesa. Abro las páginas que me interesan mientras sonrío, sola y calma y me felicito por ser feliz con tan poquito. Suena el teléfono, para el lado de los cuartos. La niña atiende dormida y me lo pasa de mal humor. Nadie ha llamado para decirme que me ama, es mi suegra que, como sabe que a esa hora es delito, me habla en voz baja como si fuera a desperatar a alguien y hace las mismas preguntas de anoche. El café con leche o mate se enfrían, las tostadas se queman. Empieza el día más temprano de lo que creía y mi humor se transforma. Soy un ogro matinal.

1.7.08

PACHAMAMA

Sí, un poco de honor a la madre tierra para que se vayan los males no vendría mal...
Mi casa tenía parra de uva chinche, bajo esa parra, bajo ese cielo, me he pasado, de niña, noches enteras tratando de respirar con los abrazos apoyados en el respaldo de esas sillas de madera, ahora tan preciadas en los bares de San Telmo o Alta Córdoba.
Corridas al médico, aire, fisioterapia, vacunas. Y los desencadenantes de ese asma que tanto costó asumir no han sido alergias específicas sino virus, bacterias, todas las colonias que puedan afectar las vías respiratorias.
Mi hija padece lo mismo. Creanmé, pero cuando me dieron el diagnóstico con análisis de inmunoglobulina en mano, me largué a llorar. Se me vinieron como cataratas saladas las madrugadas, los hospitales, los brujos y los alergistas. Mi mamá al lado, acariciándome la espalda, mi hermano haciéndome kinesio, mi viejo calentando el motor del Doge en los inviernos y las recomendaciones al por mayor. Esta vez yo estoy del otro lado y ella me suplica aire con los ojos, las manos, el cuerpo.
Pero a esta historia la encaramos con valentía: hay que ponerle el pecho y mostrarle los dientes. Se trata de evitar, prevenir, anticiparse. Y en épocas de bichos de todos los colores nos atrincheramos, consultamos y hacemos lo que hay que hacer.
En eso estamos ahora.
Sin embargo, con el niño es distinto. Con él, los bichos primero se enfrentan y a los dos días se hacen amigos. Tiene esa morfología. Pero como es aguerrido, eso lo fortalece y nos ayuda con funciones gratis de clown y malabarismo. Bah, se tira del espaldar de la cama y se hace el payaso todo el tiempo. Padre proporciona y protege: alimento y cariño, contención y amor.
Así estamos, por eso la ausencia. Y porque quería también, hacerle un peeling al blog que acompañara este proceso.