AMBAS
Brindo por eso y por los vínculos afectivos de sangre y los elegidos.
Buen año a todos mis elegidos. Por este espacio pasan muchos.
Rossana Vanadía
De nuestra Redacción
rvanadia@lavozdelinterior.com.ar
Ver a Los Fabulosos Cadillacs puede significar para muchos, ver correr la película de la juventud que aún circula. Como para otros será ver a Soda Stereo o a Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Serú Girán o Riff. Desde Mi novia se cayó en un pozo ciego a la exquisita interpretación de Los condenaditos, cada momento del recital del sábado remitió a una emoción diferente.
Vos sabés fue la banda de sonido de uno que otro parto y así de normal es también cantar Vasos vacíos en la ducha. Eso es, los Cadillacs acompañan la cotidianidad de muchos contemporáneos suyos que hasta se han atrevido a hacer trencito con Sopa de caracol en una boda de lo más informal.
Por eso la alegría, el brindis y el rezo “yo no voy a la guerra, a la injusticia, a la violencia y a tu codicia: ¡digo no! ¡Digo no!” y un estadio a los saltos desgarrados.
Una banda emblemática, catártica, pasional y agitadora, eso fueron y serán Los Fabulosos Cadillacs.
En Córdoba, en un Estadio enloquecido, encarecido con cerveza y ferné mezclado con la bebida oficial –pero no la clásica–, y la armonía precisa y exclusiva de la arenga de Vicentico, el brindis del regreso llenó todos los vasos vacíos.