30.3.09

PARA NO VERTE TANTO

Al chip de la música no me lo van a sacar más. Escucho, canto, curioseo en términos musicales. Cuando comencé la facultad, fahhhh, había todo un universo y una oferta extraordinaria en ese aspecto: recitales, cantantes por descubrir, festivales, casetes, etcétera.
Con mis amigas íbamos donde podíamos o queríamos sin más patrimonio que la plata para el pasaje de colectivo, un sueter, y el walkman siempre a mano.
Rock, nuevas trovas, algo de folklore y pop, nos encantaba hacer colas en los recitales porque ahí conocíamos más gente del palo y nos divertíamos a morir. Bebíamos lo que caía en nuestras manos, y otras cosas que nos daban ataques de risa y nos ponían los ojitos achinados. Escondíamos petacas en las medias y entrábamos a los estadios y cuando salíamos esperábamos a Fito, Lebón, Los Moura, Prodan, a quién sea para curiosear.
PARA NO VERTE SIEMPRE...
Un día Mercedes Sosa tocaría en Cosquín, sola. Había vuelto al país con un repertorio excelente y todos queríamos oírla. El tiempo sobraba y el dinero no, pero partimos igual creo que, de todos modos, hasta Ushuaia nos quedaba cerca.
Apenas llegamos al anfiteatro, las luces se apagaron y una horda de "los sin entradas" corrió y saltó las vallas. Nosotras también, obvio. La última era la más alta y un pibe me tomó de los tiradores del jardinero (los usaba a morir, de jean o a rallitas y con zapatillas tenis) y me levantó por los aires y ya estaba del otro lado. Las otras chicas también. Nos abrazamos felices y a disfrutar. Estos chicos habían venido del Gran Buenos Aires, de Alejandro Korn, recuerdo. El recital desembocó en una visita a la morada de ellos: una plaza donde ellos estaban parando por unos días (nena, en qué andás vos?) y nosotros esperábamos el amanecer para volver. El que me levantó por los aires tenía el pelo largo y dorado, era grandote y estaba curtido por el sol. Cuando te digo grandote es que tenía sus buenos asados encima. ¿Y vos que hacés? Pinto, me dijo. Enseguida me lo imaginé a lo Miró ante un lienzo. No, pintaba casas, paredes, esas cosas. Y cantaba muy dulce y tocaba la guitarra y no paraba de mirarme a los ojos. Adentro de los ojos.
"Ojalá pase algo que te borre de pronto, una luz cegadora, un disparo de nieve, ojalá por lo menos que me lleve la muerte" y me miraba. Comenzaba a amanecer y nuestra carroza ya era un zapallo podrido y ya teníamos que regresar. Todo lo que hizo es seguir mirándome dentro de las pupilas y despedirse con un beso en mi mano.
De vuelta, dormimos como osos. Por un tiempo, recibí un par de cartas de él y siempre terminaban: "para no verte tanto, para no verte siempre, en todos los segundos... en todas las visiones..."
Y cuando me escasea el autoestima, me salta esta historia romántica, platónica y necesaria que pertenece a los 20 años que se encuentran en algún sitio en el corazón. Y como dije al principio, hasta banda musical tiene.

28.3.09

SUS OJOS LLENAN CÁNTAROS

Es inevitable. El crecimiento provoca dolor, ya lo han dicho los traumatólogos: de noche, muchas veces, los niños sienten dolores de huesos provocados por el crecimiento.
Pero ¿y el dolor ese que nos carcome el corazón? ¿el dolor de crecer, de descubrir lo que significa la muerte, que no todo sale como deseamos o que los errores tienen un precio?
Creo que muchos recordamos algún hito que marcó un dolor de crecimiento. Una muerte, una separación, una despedida, unas lágrimas mojando la almohada hasta quedarnos dormidos aún siendo niños.
Mi hija, mi niña de la que he dicho que ya tengo que hacerla sentar para poder hacer sus peinados favoritos, que hurta algunos artilugios femeninos de mis cajas para mirarse al espejo, ha comenzado a transitar ese camino.
Sufre, y en sus lágrimas identifico mis recuerdos de dolor de crecimiento.
Má, me saqué un sati, tengo miedo que me retes. La abrazo, acabamos de detenernos en un estacionamiento. Sus ojos diluvian y sus pestañas larguísimas parecen estalactitas. Ese sati le ha dolido por lo inesperado, por lo novedoso, porque lo cree injusto, porque las calles comenzaron a bifurcarse y lo acostumbrado (navegar por aguas dulces) comenzó a ser lo inusual en estos casos.
Nos sentamos, conversamos, le seco las lágrimas que me estremecen y me contengo.
Vamos a reforzar algunos aspectos, vamos a fortalecernos, tenemos que aprender de esto también. Estamos en la sala de la espera de su pediatra por algo rutinario.
Entramos, la miden, la pesan, le preguntan como se alimenta, ella cuenta y ya está animada. El hermano se le sienta al lado y le da la mano. Se miran y sonríen. Se tienen también y ya lo saben.
Como alivia el dolor saber que alguien te puede contener cuando, por suerte, la soledad no desespera.

26.3.09

ERES IDIOTA, NENA ...

... es un milagro que todavía sepas respirar...

Dylan explotaba sus verdades en sus letras. Al principio, solito en un escenario con guitarra y armónica. Después armó banda, después se convirtió al cristianismo. Un día vino Argentina, otro estuvo en Córdoba.

Bob explota, no calla. Bob es dueño de un temperamento taciturno, es ese tipo de persona que me harían sentir una idiota como el viento idiota.

He dicho y recontradicho que la poesía no es lo mío que no me llegan, me aburren, me sobrepasan. Pero algunas se quedan y no podés dejarla pasar porque ahí se han quedado, dentro tuyo. Así fueran canción o a la melodía la formaran solamente las palabras. Hay palabras escritas en columnas regulares o irregulares que no dejan pasar el viento idiota.

Quiero de esas. Ahora quiero más.

24.3.09

OH, PETER

Mis palabras son sólo un vínculo pobre y despojado de lo que pasó la noche del domingo. Un Peter Gabriel que para mí no está viejo, porque loco, envejecés vos, que puteás por todo, que querés hacer de lo viejo un ticket para canjearlo por dólares. Gabriel no especula con el tiempo, juega, y sus canciones se transforman y llenan un espacio en el que mucha música perdió emoción.
Creí, luego de los dos primeros temas, que sería un concierto sobrio tirando a lo perfectito y que necesitaría cubrirme los hombros.
Pero no, fue absolutamente sorprendente. Las canciones, las que más esperaste, sonaron y climatizaron un estadio de más de 35 mil personas atónitas. Leyó y presentó cada tema en español, su origen, su inspiración. Agradeció al equipo que lo acompaña en la gira y a los argentinos que colaboraron.
Cantó Biko al final, temas del primero, segundo, tercer y cuarto, de Ovo, Real World y lo que se te ocurra: 19 piezas y más de dos horas.
Sus canciones tienen sexo, tienen unión, tienen paz, libertad, compromiso y ganas de seguir oyéndolo, de no justificar para nada lo que significa tu amor por un artista.
De apostar al arte y a lo genuino. De sacarle la lengua a los que te dicen qué tal estuvo el nono.
Nono las pelotas. Nono las pelotas vos, yo y el vecino. Probá con tu vida y tu ética y mirá como te sale si disfrutás un cacho de lo que estás haciendo sea lo que sea. Eso me dejó (además de los oídos llenos de melodías) una sensación de que sacar la posibilidad de estar bien está adentro tuyo. Aunque lo haya visto a cientos de metros con unos largavistas prestados de a ratos: amigos, un cielo bellísimo y mis mejores canciones y una complicidad perpetrada con el resto del público. No podía pedir más.
(Update: hay fotos en el facebook pero no del show. Sino del viaje)
(Undate 2: si desean detalles técnicos, se los mando por mail, acá no me salen)
(Undate 3: la crónica de La Voz de Santiago Giordano)


Un toque (me entrevistaron para contar el show desde FM Cielo) Che, no se rían por la tonada...

18.3.09

ESAS PEQUEÑAS COSAS

Una de las palabras más difíciles de encajar es estatua. Con ella aprendimos a decirla zapateando sílaba por sílaba hasta que salió. Jubete, juebito, bushí (por yogurt), círculo al circo, undo al ómnibus, pequepa a la campera fueron hasta incorporados en la familia en reemplazo del original. Ahora, hoy, que él diga "pasta mental" a la pasta dental o dentífrico trastoca los confines de la lógica. Y lo dice todas las noches sin que se le mueva un diente: ¿me ponés la pasta mental en el cepillo? Ahora que me acuerdo, tengo que comprar esa pasta mental blanqueadora (en una de esas logro poner la mente en blanco)

13.3.09

ALGO MEJOR

Apenas había salido del secundario. No había un mango en casa y el viejo comenzaba a enfermar. Había entrado a la facultad y siempre buscaba un laburo. Desde los 16: que clases de inglés, que cuidar niños, que comprar y vender cosas de plata. Etcétera. Alguien conocido de alguien me conectó con una guardería en el centro. Fui. Me hicieron quedar. La dueña era una agreta deprimida y me ponía a cargo de los bebés que los tenía que cambiar en un lugar mínimo, darles de comer y cuidarlos.
Ahí descubrí que cada trabajo tiene un momento especial y feliz: la salida. En esa época llevaba mi dichoso walkman unicef blanco y escuchaba La Torre. Usaba el cabello largo y donde quiera que fuera me trasladaba en una bicicleta que mi papá me regaló hecha por un bicicletero con las medidas de mis piernas. Aún la conservo, es azul y tiene las ruedas finitas. Llegaba, cumplía, algunos bebés me daban pena, tantas horas allí, los hacía jugar, comida, pañales, listo. No tenía vocación de maestra de maternal y a veces un novio me esperaba a la salida. El sueldo, magrísimo, iba para los apuntes y medicamentos.
La bici y los walkman eran un oasis. Tener 19 años todo un patrimonio. Claro que vendría algo mejor.

6.3.09

¡PARÁ DE SUFRIR!

Tenemos (teníamos) el mismo sodero que trae también el agua. Una vecina nos lleva y devuelve los niños del cole. La de al lado nos hace las tortas. El herrero es el ex marido de la del frente. Los de la librería juguetería, por más que no fían un centavitito tienen de todo (mapas, botones, hojas así y asá, láminas, regalos, pelotas de ping pong, porquerías varias) y encima escucha rock progresivo. Con los panaderos no somos tan fieles porque nos gustan los panes de una que queda lejos, pero sí con el carpintero y el almacenero (está abierto hasta tardísimo y el queso en fetas que tiene es delicioso). La heladería es nuestra favorita, te trae el helado que le pidas, no son mezquinos con las salsas y si sos pretencioso te lo da en la boca sin mancharte. En la farmacia de la esquina conseguís desde curitas hasta aceite de almendras o regalos de emergencia. Lo mismo la pollería, aunque carecemos de carnicería a mano. Ni les cuento de la señora que vende cosmética con los libritos, una amorosa, aguantadora, todos los elogios. El diariero - revistero nos trae las publicaciones que suponen que nos gustarán y nos cobra a las cansadas. Eso sí no hay un jardinero como en Amas de casa desesperadas y los vecinos del otro lado son bien cochinitos y guarangos (me han grafiteado las paredes y hacen asados en la calle y escuchan cuarteto con demasiada frecuencia, además de usar mi jardín de basurero).
Pero hay un problema: cuando quiero cambiar, elegir otro o algo no me gusta, me da culpa. Hoy no nos animamos a decirle que no a la chica del transporte porque aumentó bastante y terminó haciendo una rebaja. Tuvimos que cambiar de aguatero porque el del barrio no nos conseguía la maquinita enfriadora y nos desarmamos en explicaciones. Ni te cuento cuando compramos un helado en otro sitio las vueltas que damos para no pasar por "la nuestra".
Se siente una traición a la economía del otro o a la propia ética y a su vez nos vemos como unos idiotas incapaces de consumir donde se nos canta.

3.3.09

¿AGENDA COMPLETA? DEBERES HOY: JUGAR

Las vacaciones se han acortado y la mayoría de los niños, bronceados como vinieron del río, la pileta o el patio nomás, se calzan la mochila y parten al cole.
Antes, los papás hemos pagado la matrícula, tenemos el recibo de la cuota de marzo en mano y el listado de materiales necesarios en algunos casos e innecesarios en otros.

Pero además, muchos también luchan por encontrar otros lugares en algún instituto de idiomas, academias de danza o apoyo escolar, escuelas de música, arte o deportes y, obviamente, computación. Todo junto o por separado, pero algún lugar al fin “para llegar a la juventud preparados”.
La febril competencia de los adultos ha sido trasladada al mundo infantil, eso no es ninguna novedad. Lo grave pasa por los inconvenientes que podemos provocarles al ingresar a un mundo ajeno y lejano: estrés, cansancio, insomnio y preocupaciones extremas por horarios o cumplimiento de tareas.
En la infancia se debe jugar, el juego enseña, si el término parece más adecuado, podemos decir que también educa. Es una parte indispensable en nuestras vidas, una simulación del porvenir donde vamos aprendiendo, por ejemplo, para qué sirven las cosas, de que están hechas y qué lugar ocupamos en las relaciones y ese es un aspecto que deberían aprender con otros niños y en situaciones espontáneas.
Sucede, muchas veces, que somos los padres los que no sabemos qué hacer con ellos porque en nuestra loca carrera no entran (al fin y al cabo en los coches de fórmula uno en el asiento apenas cabe solamente el conductor) y les buscamos espacios para que ocupen su tiempo, ese objeto inmaterial tan preciado por las mamás y los papás que trabajamos y que ni siquiera encontramos para nosotros mismos. Exacerbamos la preocupación por un futuro que, en todo caso , es tan incierto para ellos como para nosotros y dejamos que se pierdan aspectos de una de las etapas más lindas de la vida para ellos como niños y para nosotros como sus papás. Observar, compartir, conjugar actividades domésticas suele ser un buen programa que no necesita dinero extra, horarios fijos ni reglamentos.
Guarderías que ofrecen inglés, computación y hip hop. Jardines con filosofía, idiomas y actos de graduación a lo grande. Cierres escolares extraordinarios con trajes carísimos y coreografías grandilocuentes.

Como los hijos no nacen con padres expertos, con el tiempo nos damos cuenta: al ver una cinta de video en la que mi hija bailaba un candombe me dijo: me daba mucha vergüenza, no quería estar ahí. La verdad, que tampoco era necesario porque tenía solamente tres años.
No deseo que esto se tome como una mirada hacia el pasado remoto donde saltábamos a la soga o jugábamos a las escondidas en las esquinas de cualquier barrio. Sino, simplemente, a lo que ese hecho significó: tener la libertad de utilizar el tiempo libre como propiedad absoluta de la infancia y verterlo en juegos en los que el mismo niño ponga a prueba su creatividad y sus ganas de explorar el mundo sin necesidad de que un adulto se lo indique.
Tiempo para aburrirse, para mirar el cielo, para estar con amigos. Compartir aventuras, correr y andar en bicicleta. Que los dulces sueños nocturnos sean una rendición ante el cansancio de la aventura y no el exceso de deberes y corridas a cursos de actividades extras.
La infancia es corta, ocupa mucho menos que un cuarto de nuestras vidas. El secreto está en el equilibrio y el aprendizaje diario, en tener en cuenta sus señales, en aprovechar el oficio de ser papás con el contacto diario y no como choferes, controles ineludibles y agendas completas.
¿Entonces, porqué esforzarlos a que vivan como mini adultos si sabemos, por experiencia, que la niñez tiene aspectos imposibles de rescatar una vez que hemos crecido?

NO TIENE PRECIO

No tiene precio. Tal vez frío o ganas de estar cómodo. Si igual saben que lo van a rajar, bien vale un poco de relax antes de que vengan por él.
Por más que no tenga precio es lo más valioso. Y el más valiente. Fue un domingo fresco en un Easy de Córdoba.

1.3.09

CIERTAS COSAS

Facebook, twiter, blogspot, live spaces, wordpress...¿la vida misma?
Nunca tuve cámaras en mi computadora ni quiero verle la cara al interlocutor si chateo. Así que -puede estar en culo que ni me entero y si me da la opción de verlo, probablemente la cancelo.
¿Mi vida por facebook? Tengo un tendal de vana-binis poblando la tierra y que miran las fotos, comentan, leen. Mi vida está en otro lado. ¿Ponés huevadas en "que estás haciendo ahora"? Sí, pongo. Se me ocurren un millón de huevadas por día. Una, pongo. A veces comento una de las millones que se les ocurre a ustedes. Me permite la instantaneidad, conectarme y leer cosas de gente que no veo a diario y me interesa, genera cosas, ocurrencias, escritos, invitaciones.
¿Leo todo? No, leo lo que quiero. Leo y estudio mucho papel también.
¿Dónde estoy yo? Inmersa en un mundo en el que internet pasa a ser una buena herramienta. ¿Me asustan las cosas que me dicen? No, tengo la adrenalina baja (diagnosticada por análisis) y me han recetado un cambio de vida que estoy intentando. Cuando me suba, les digo si me da cuiqui.
¿Tengo conocidos posta por la red? Sí y algunos muy copados. Otros muy boludos pero esa es otra historia. Boludos e inseguridad hay en todo el mundo. A la vuelta de la esquina o de la web.
¿Porqué cuento historias de familia? Porque me sale, porque me gusta, porque también tienen mucho de fantasía, porque se puede contar la historia de un sitio a través de la gente. No hace falta solo decir lo que hizo la Cristina o que pasó con el Merval.
Si te digo que los útiles escolares están por las nubes o que para salir a caminar por la ciudad tenés que ir con un equipo de socorristas, te digo mucho.
Isabel Allende, a quién admiro y leo con mucho placer, cuenta de Chile, California, Venezuela, datos curiosísimos sobre la idiosincracia de sus lugares a través de sus personajes que son su familiares por lo general. Lean sino Paula, donde habla de los cacerolazos chilenos de las damas de sociedad mientras se armaba el bardo con Allende.
A su vez, tu vida acá es lo que es. Porque tu vida es otra y pasa por donde querés que pase y lo tenés re claro y ya no te importa lo que digan. Ya.
Un amigo mío, querido, periodista, talentoso y enojón,me halaga porque me dice, me encantaría escribir como vos un blog sobre esas cotidianeidades. Me piropea y no me las creo y yo admiro su sitio harto sesudo y lleno de denuncias. Pero así nos sale.
Y dale con justificarme y dale. Pero les cuento, voy hacer lo que se me cante. Porque a partir de que ahora pongo punto acá, ni se enteran. Cuando vuelva la adrenalina que el estrés la dejó en terapia intensiva. Veremos que pasa, no?