17.9.09

SEMANITA...

Papi no está... o sea no está el gato y los ratones somos cualquiera. Los ratones somos yo, tú, él y ellos (los perros). Tú, la niña. Él, el niño. Y justo hubo paro docente, se resfriaron, llueve. Etcétera. Mientras yo laburaba, se las arreglaba la abuela más señora. Comían "rico" (no salchichas, no hamburguesas, ni esas cosas, má) Aún así, a cada rato, ¿cuándo vuelve papá? Lo extraño, lo quiero.
Mamá sale tarde dil laboro. Llega y lo único que quiere es estirar las patas (sacarse antes las botas), calentar la comida, charlar y ver tele. ¿Podemos ver tele con vos? Pero yo elijo, sentencio.

Ella cae con su extra large de Mafalda (que lo terminó ahora) y él ve dibujitos en su cuarto. Yo me engancho con Dr. House en dvd hasta que la muy pícara dice: a mí también me gusta, es copado (¿?) y se instala. A la otra noche, aparece el pequeño: ¿qué miran? Dr. House, hijo. Ah! me encanta! Trae su oso y se acuesta en el medio. Duermo en medio de suspiros, risas (se ríen dormidos, sí) patadas, cabezazos y abrazos.

Comen comida de abuela, les hago una torta de chocolate, les compro caras sucias (tortitas negras) y bailamos con los perros que circulan libremente en esta especie de lazarsfeld que hoy se acaba. Despelote instaurado y ganado a base del cansancio y del reconocimiento de que la otra mitad colabora como mitad. Y hemos extrañado como marranos. Hay un capítulo de los Simpsons en que Marge se va unos días a un spa y a Homero se le pierde la chiquita (inventa excusas como: era muy pequeña y no nos habíamos acostumbrado...), comen basura, desordenan todo y cuando la mamma llega todos la abrazan y lloran. A pesar de la libertad, a pesar del recreo. Tal cual.

No veo las horas de llegar a casa y sacarme estas malditas botas, decía Javier Calamaro en Los Guarros. Eso. Malditas botas. Casa. Home. ¿Dr. House es Dr. Casa? pregunta ella. Quiero Doctor Hogar. Baby, come back.

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