26.10.10

LITTLE GIRL

Es extraño como a veces nos vemos reflejados en algunos detalles de nuestros hijos ¿los heredaron? ¿nos copian? ¿nos copiamos? Ella está en la frontera. Es una niña grande aunque para mí sea pequeña. Falta para ser teen pero tiene contestaciones de teen y determinaciones de niña.
Pero esos detalles... me sorprende. Podríamos andar en piyamas todo el día siempre que estén limpios y huelan bien. Al igual que su pelo, tiene que lucir como recién lavado. Ahora compartimos shampú y lo bajamos a una velocidad increíble al igual que las cremas corporales.Tal cual.
Lee con pasión y con un lápiz en la mano, le gustan también las revistas, mirarlas, marcar, ver ropa, decoración, accesorios. Escribe y busca darle una imagen a la idea para luego pintarle contornos y vestirla.
Tiene piel soleable, jamás nos arderá en verano y una rara habilidad para dejar todo destapado y llevarse por delante las cosas con los codos, volcar vasos, apoyar en el aire platos y jurar haber dejado cosas en determinado sitio por el que jamás pasó. Idem. 
Le gusta comer y probar de todo y cuando digo de todo es de todo. Cocina china, japonesa, hindú y obviamente tradicional. Excelente compañera de sabores.
Luego están también las diferencias, esas que nos superan y nos enfrentan. Bravas, carácter fuerte. Propio de ambas...

17.10.10

IGLESIA ABANDONADA (NO TENGO CURA)

Amanece y no en la ruta sino en casa. Veníamos tambaleantes en este día de la madre luego de un ataque símil Violencia Rivas cuando los niños peleaban a morir por la compu y la desarmé íntegra. Cables, monitor, teclado. Chim, pum. Volver a la naturaleza, dijo Moris en El Oso. Eso implicó: charlas intensas, bici otra vez, plaza, patota, canchita en la esquina. Papel maché, pinceles, témperas, libros. Siguen peleando pero ya no media la tecnología.
Domingo, 17 de octubre, día soleado (algunos dijeron peronista) besos por aquí y por allá. Desayuno derramado en el acolchado de plumas y bué, no importa, dormiré con olor a café con leche hasta que le dure. Regalos deportivos buenísimos y un video que me hace llorar con sacudones que prepararon ellos, cartitas, amores muchos amores.
Pero como se trata de bicicletear y aprovechar el sol y respirar, salen... a la Plaza Pinocho y deciden armar una choza y vuelven y en vez de madera traen un cachorro.
Glup. Yo digo, no lo puedo ver, saben. Traten de darlo. Varios niños se juntan en la vereda y cachorro pasa de mano en mano. La niña da media vuelta y moja la pared con sus lágrimas: es tan chiquito que si no lo traíamos se iba a morir. Papá dice: debe ser de alguien... no! contestan. Le preguntamos a un señor y dijo: llevenló chicos está solo (seguro que es el desalmado que lo tiró).
Sale Blackie y lo huele íntegro, ellos se ríen, el perrito, diminuto, intenta ladrar, lo abrazan. Vienen ruegos, promesas e intervienen los vecinitos diciendo que ayudarán a cuidarlo cuando no estemos.
Resultado: sin ceremonia lo bautizamos Fito, calculo tiene cerca de un mes y ya tiene cucha, comidita y mamadera.
No hay caso, todo ser que respira y se ve desprotegido, me puede. Ahora me doy cuenta que nos puede. Te digo: eso me enorgullece.

16.10.10

MADRES IMPERFECTAS


Hijos míos y de los otros les voy a poner al tanto de una ¿novedad?: las mamás somos imperfectas. Solemos abrigarlos de más, pasar por la boca el chupete que se fue al piso o gastar demasiado alcohol para desinfectar cosas inútiles que sólo los hace estornudar.
Las mamás tenemos sueños de ganas de dormir y de ensueños. Nos gustan muchas cosas, además de ser mamás. Nos gusta ser minas, arreglarnos, comprarnos cosas para nosotras solas y, de vez en cuando, salirnos de los carriles (con un vinito, una fiesta o un escote)
Las imperfectas nos arreglamos rápido con un omelete, patitas de pollo y salchichas aunque odiemos el fast food, porque esto incluye ser contradictorias.
Nos gusta salir, discutir, leer cosas que no sean de bebés y odiamos (es mi caso) los títeres. No así los libros de cuentos (mientras no sean los clásicos) ni las pelis que no tengan que ver con princesas bobas.
A las mamás de este estilo nos encanta que nos digan que estamos lindas y somos buenas, aunque seamos culposas y robemos media merienda sumando calorías innecesarias. Pero la imperfección permite eso. Lo siento.
Igual siento el día que, pequeño mío, te hice abrir la boca para darte las gotitas para el resfrío y te mandé las concentradas de las nebulizaciones: “estas botitas son ricas, mami”, me dijiste. Miré la etiqueta mientras discaba emergencias. Dormí a tu lado con los ojos como platos y vos te chupabas el pulgar, con los ojos como platos también. El efecto era el insomnio.  
A veces nos confundimos y los llamamos por el nombre de los perros: Lucas a tomar la leche… eh digo, vos, vení. Estamos para el diván y ahí hemos llorado o reído horas de nuestras vidas. Hemos cambiado las mochilas y enviado al más grande al primario con un pañal en una bolsita y al más chico con el germinador.
Las madres imperfectas engañamos. Parecemos ohhh pero somos uyyyyyyy! Equivocamos horarios de cumpleaños, confundimos compañeritos, desteñimos uniformes, descabezamos peluches al meterlos en el lavarropas y les enseñamos canciones antiguas e imperdonables. Son los abuelos los que enseñan el arroz con leche. Pero no importa. Seguimos engañando con grandes manjares que tienen demasiada verdura, decimos que no va arder y arde, que no va a doler y duele y también que ya va a pasar. Y pasa. Eso sí, pasa.

Esta madre imperfecta que a veces estalla como un volcán, que esgrime derechos y a veces quiere huir, que hace coreografías absurdas y los busca a la salida del cole sin maquillar y de jogging les dice hoy, octubre de 2010, que ustedes son lo más bello y puro que me pasó. Ya no me imagino la vida sin mis dos soles que me potencian, me vacían y me llenan, una y otra vez.
Que gracias a ustedes, mis chicos, y a la cámara de comerciantes de nosequé, desde el viernes estamos festejando el día y los persigo y los amenazo y hago que busco los regalos, que me digan con que letra empieza y de qué color es. Pero es lo de menos, lo más es tenerlos, tocarlos, vivirlos, oírlos, mirarlos crecer.
Por lo demás no se preocupen que las mamás perfectas no existen y el lunes andaremos cambiando talles, máquinas de hacer pan por masajeadores,  chatitas por sandalias con taco o cosas que “te hacen falta” por otras menos útiles. Porque las mamás también somos jodidas.
Todos tenemos o hemos tenido una.

9.10.10

ADRIANA MARÍA, MI PRIMA Y AMIGA


Éramos muy chicas y muy primas por opción porque yo soy prima prima del papá. O sea su tía segunda pero más chica, pero nos pusimos primas y somos primas.Al hermano le decíamos Viero, por Javier, con el Viero veíamos La dimensión desconocida y armábamos con Rasti o leíamos comics de Superman.
Sin embargo con ella,la Adri, pelábamos la futura yegua de adentro y actuábamos, bailábamos e imitábamos a cuanta modelo, cantante o actriz que nos pareciera una usina de sensaciones que iban despertando.
Viajábamos de su casa a la mía y viceversa con las botas acordonadas no acordes para la edad en una bolsa o los hotpants con cinto con flecos encanutados. Llegábamos, nos vestíamos, poníamos el long play de Música en Libertad (ya hablé de esto acá) y cantábamos moviendo las melenas.
Pero había una canción que, en conjunto o a solas, nos hacía llorar. Premonitorio sería. Porque se trataba de "ser rebelde" y nos daba una angustia que era imposible de definir. Ya pasamos "esa" rebeldía y estamos, digamos, en otra. Cuando nuestras hijas se juntan, desandan aventuras andadas por sus madres.
Hoy necesitaba compartir con ella (y el que lea y quiera oír) esa canción del año del moño que cantábamos con algún palo por micrófono. Una vez ella, la otra me tocaba a mí. Fuimos así de ingenuas, bravas después y ahora... Ahora nos guardamos un cacho de esa rebeldía y obvio, también tratamos de pelarla.