Yo bajé del taxi, nuestro auto, dejé los útiles, el guardapolvo y volví. ¿Qué pasó? Al Bongo se lo llevó la perrera, hay que buscarlo.
Mi papá me dejaba tener perros, mi mamá primero decía de acá no pasan y luego terminaban atendiendo la puerta. Mi papá me traía helados, me daba lo que marcaba la ley por hijo en el recibo de sueldo y me hacía sentar en sus rodillas. Tenía unos ojos tan lindos, tan verde aceituna y los cerró hace ya un tiempo y aún lo extraño a mi papá.
Un día se lo encontró a Baglietto en el centro y lo paró y le pidió un autógrafo. "Mirá las cosas que me hacés hacer", me dijo. Yo saltaba por toda la casa con el papelito apretado al corazón. Me cae bien porque le gusta el tango, me dijo.
A veces me pregunto porqué se fue tan pronto. Y porqué vamos a sentir toda la vida la necesidad de ellos. Puedo vivir la sensación de esperarlo con el corazón en la boca cuando volvía de trabajar del ferrocarril mientras con mi primo mirábamos La dimensión desconocida.
Luego se iba en el taxi, y volvía y se iba. Allí me llevó todo el secundario y también a las vecinas y el auto iba cargado de chinitas gritonas y que se reían a carcajadas. El Antonio, el Pibe, paraba para comprar meriendas y puteaba mal, como tano, a los que conducían mal.
Miraba Grandes Valores y yo me lo comía por el solo hecho de estar cerca suyo. Hacía asados y le gustaban las picadas. Era de Talleres a muerte y miraba los Mundiales mientras cortábamos papelitos para festejar y preparábamos pororó.
Sus manos eran grandes, tenía la maldita artritis reumatoidea y a mí igual me parecían las más calentitas del mundo. Como lo quise y como lo quiero a mi papá. ¿Sabría él lo importante que fue para mí y lo orgullosa que me sentía de ser su hija y lo lindo que lo veía?
Todos los años voy a recordar tu día, ése en el que te regalaba alguna porquería hecha en el cole y otra comprada a cuenta. También sus manías, sus puteadas y su bondad. Bueno hasta el alma, hasta el último huesito que le doliera, tierno hasta nosotros, hermanos, hijos, nietos, esposa.
Te quiero papá. Me has transferido el don de que con lo simple, se puede ser feliz.