1.1.11

PEGAR UNA ACOMODADA

Por dentro y por fuera, no?
Resulta que el 2011 me agarró más despelotada que nunca y, como siempre, en el último día del año a despedir acarreo las tristezas, las alegrías y los balances sin cerrar que siempre me dieron desparejos. Soy Perito Mercantil, al vicio nomás. 
Eso sí, este año que pasó me permití cosas que me reprimía antes y me hizo bien. Como llorar cuando quise llorar, buscar consuelo, abrazar, dar consuelo, proyectar cueste lo que cueste (hablamos material y todo lo demás también) y darle muchas vueltas a muchos asuntos y encontrar distintas soluciones a un solo problema o varios problemas sin solución aparente que vieron alguna luz al final del camino a lo Víctor Sueiro.
Mi año resumió en un 31 de diciembre lo acontecido en el resto. Despertarme con una certeza y cambiarla al minuto. La idea era ir a la casa a ordenar para agilizar ciertos trámites habitacionales pero cuando el niño despertó uno de sus cachetes parecía robado a los de Quico. ¿Te duele acá? ¿Allá? Hacé así, bueno vamos al médico.
Cambio de planes, dos horas en una sala de espera para que supuestamente lo haya picado un bicho. Al primer antialérgico, la inflamación disminuyó. Las compras se harían en el super pero las hicimos en el barrio y al paso. Nos compramos muchos libros y algo de ropa en un Mall, en vez de ir al super. 
La reunión nocturna, en casa de amigos, sería muy íntima. Terminó siendo casi multitudinaria con más amigos, más adolescentes, niños y hasta perros. Obvio, banda de rock incluida de la cuál fui una lucida y orgullosa cantante (para mí) que maneja mal su voz y olvida las letras. Es más, en algunos momentos terminó siendo una sucesión de nanana, nanana, lararará, pero igual nos divertimos. Empalmamos We are the robots de Kraftwerk con Another brick on the Wall de Pink Floyd hasta que llegó Estación de Sui Generis y otras incoherencias que nos hacían felices mientras las burbujas pasaban de lado. 
Cerramos muy tarde a la madrugada con niños dormidos en el auto, zuecos trastocados en ojotas y el maquillaje muy corrido. 
Hoy no puedo ni hablar de la disfonía. 
Le tengo que pegar una acomodada a la casa, a la agenda, al depto prestado, al escritorio de la Notebook y de la PC del laburo y a mi vida. Me quedan 364 días para esto. ¿OK?

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