27.5.11

PENA EN MI CORAZÓN

Desde hace años que rondaba un perro por la cuadra. Lindo, de esos negros y marrones, mezcla de antiguas corrientes migratorias y de carácter muy serio, che. Aquellos que no se involucrabaN con nadie.
Tenía, eso sí, un rabo raro: torcido en la raíz y bajaba grueso, casi no lo movía. Un vecino lo alimentaba y hacía vacunar, dormía donde caía la noche y, generalmente, sobre un colchoncito de hojas. 
Floppy, nuestra perra comunitaria, a veces se quedaba en la esquina con él. Yo venía tarde de trabajar y los veía y contaba en casa que los había visto tomando una birrita antes de dormir.
Claro que ella luego entraba a nuestro garage. Él no se dejó agarrar nunca. Hace poco enfermó, el vecino, como pudo, lo llevó al veterinario, estaba inflamado... medicación e internación. 
Cuando volvió, sin estar bien, seguía con los remedios que sólo los tomaba cuando se los daban los niños, a los único que aceptó. Él, aunque era de pocas pulgas, se dejaba medicar por los niños.
Ayer lo vi triste y le avisé a Damiana, otra mujer de gran corazón que vive enfrente. Estaba en mi jardín del costado de casa.
Hoy los chicos lo descubrieron muerto, ahí nomás, en el ladito sobre el pasto crecido. 
Qué pena me da, qué tristeza me da la soledad de quién sea.
Mirá, yo no creo en nada. Soy una tarada descreída que pretende llegar al fondo de las cuestiones y le da vuelta a la cosa espiritual como a quién le sirven una comida de la que desconfía.
Pero cuando pasan estas cosas, quiero que alguien venga y me diga: mirá, nena, se fue al cielo.
Ahí no va a estar más solo ni sentirá dolor. El cola torcida solamente se llevó un colchoncito de hojas doradas de otoño y el alboroto de los niños jugando en la calle. Lo último divertido que hizo fue tomarse esas birritas en la esquina con una rubia que se llama Floppy que, de tan sociable, hace ladrar hasta a las piedras.
No sufre más y ahora sí mueve el rabo.
Dejame creer eso, por favor.

4 comentarios:

Mara dijo...

Te acompaño en la pena, qué tristeza!!!

V. dijo...

Me hiciste llorar. A mi también me gustaría creer en cielos. Un beso enorme.

Rossana Vanadía dijo...

Gracias nenas. Vieron que en ciertos casos uno llega a su casa y sin que los otros sepan porqué los abraza fuerte y les estampa besos? Bueno, ayer lo hice con los perros. Los de adentro y la gringa de afuera que de tan compañera de los niños, solo se habituará a entrar a dormir por las noches sobre una frazada soñada.

Maru dijo...

Que tristeza! me movilizó muchísimo tu historia. Adoro a los animales, tengo un perro pero creo que si mi marido me dejara adoptaría todos los vagabundos que me cruzo por la calle. Te mando un beso grande