La hermana de mi mamá era la tía Elbita. Supongo que la llamábamos en diminutivo porque era chiquita y en su familia era la más pequeña también. Su mamá, mi nona, murió cuando ella tenía un año y se crió a la sombra de su única hermana mujer que entonces tenía 10 años: mi vieja.
Era la tía de los domingos eternos (almuerzo, mateadas y cenas con lo que quedó de lo anterior), la que tejía con agujas super finitas y hacía sueters de esos peludos que luego cepillaba con cardos.
En su casa siempre hubo un olor particular como en todas las casas. Pero la suya tenía olor a sopa de verduras, no sé porqué. Y a mí me encantaba la sopa de verduras. Me quedaba a dormir a menudo allí, tenían un cuarto para sobrinos, nietos o el que sea y recuerdo haberme dormido siestas eternas en un cuarto con tele y cortinas celestes.
La tía no vivía lejos de casa y hacía ese camino bastante seguido para visitarnos, cargada de lanas para devanar (¡qué embole querida tía Elbita!) y tomaban pavas de mates con mis viejos mientras le sacaban el cuero al resto de la parentela.
Le gustaba leer el Corín Tellado, las revistas Labores, los canarios y los perros. Todos teníamos, aún los más jóvenes que ella, esa actitud protectora que se tiene con alguna gente, será porque no pasaba del metro cincuenta o porque perdió un hijo cuando era niño y ese dolor se reflejaba en portarretratos y virgencitas diseminadas por toda su casa.
Siendo pequeños, era un placer parar la oreja entre tanto biscochuelo, punto santa clara y gajos de geranio. Porque en eso de trasplantar gajos era una experta. Les encantaba ir a los viveros con mi vieja y mientras una preguntaba precios de rosales, la otra, en la otra punta, cortaba gajos al azar. Nena, eso no es robar, solamente es perpetuar la vida de una plantita, me mentían. Y llenaba de macetas el frente, el fondo y los muros de jazmines del aire que perfumaban los noviembres.
La tía Elbita se murió un de día de San Valentín. Ella también se llamaba Valentina y cuando le decíamos así se enojaba, no le gustaba. Había nacido el día del Santo de los enamorados y en su mismo onomástico, se fue. Aún le hubieran quedado años por vivir, pero así es la vida de injusta, se tuvo que ir. Pero nadie se va del todo, ¿no?
3 comentarios:
que bello retrato,los olores son tan importantes,olor a sopa con apio.será que tuve miopia muy profunda durante muchos años de mi vida que el olfato para mi es muyyy importante,por la ley de las compensaciones vio?
todas tendremos algo de elbita en el fondo del inconciente?
otra si me hubieras visto descubriendo la pag que me mandaste te morias de la risa el perro con hueso de dinosaurio es un boludo al lado mio jaja
Me encantó tu tía Elbita, que lindos recuerdos, tenes razón nadie se va del todo...
Qué lindo lo que describís de tu tía, los olores y la "continuidad" de la vida con los gajos robados...
Así que te gustaba la sopa de verduras??? debes ser una de las pocas!!!
Publicar un comentario