
De lejos se nota que son nombres de gente mayor, no? Nombres tal vez en desuso, no tan de "moda". No le erraron. Estas mujeres, hoy rondarían (algunas rondan) los 70, los 80. Estas "chicas" vecinas de mi barrio, de mi ciudad, supieron de veredas estrelladas, sidras bien fresquitas y medianoche de sánguches de miga y cerveza. Mientras nosotros jugábamos a verdad -consecuencia en la esquina, ellas atravesaron el chisme, el viste?, el me contaron que ... y los secretos del punto arroz... para dedicarle los últimos minutos del día a la nada o a mucho... A sentarse sobre un tronco en medio de un jardín, bajo una enredadera de flores fucsias a pronunciar sus desvelos, sus sueños ocultos, sus amores prohibidos. Una de ellas leyó poesías más de una vez con los anteojos en la punta de la nariz. Su cuaderno amarillento escondía secretas palabras jamás dichas, tanto tiempo guardadas. Otra contó sus amores prohibidos y la otra lo que hubiera sido su vida de no estar allí y haber partido lejos, antes de optar por este destino tan tradicional. La cuarta cantó, si, cantó boleros, tangos y más, un repertorio íntimo guardado entre los quehaceres domésticos. Esas noches ,esos veranos largos y relajados las juntaron, las fundieron, sus carcajadas se podían oír a lo lejos mientras optábamos en la esquina por el beso o la verdad adolescente. El pulso para irse a dormir estaba marcado por el anecdotario. Había que verlas preparar los vasos helados para juntarse bajo el farol, sobre el tronco ancho. Había que verlas felices con tan poco y con tanto... Lejos de todo, de la crudeza de la inseguridad actual, de los presupuestos de los herreros, de los barrios cerrados y de los maridos...