
Estos cinco años se me han disparado como un cañita voladora. Ya sé, es palabra de madre que siempre se alborota cuando los chicos suman velitas... Pero de verdad, el varoncito usa la palabra Bebé como insulto (mamá sos una bebé, no sabés manejar el joystick) y a la sala de tres le dice que es la de los bebés. Pidió unos botines zapatillas por calzado y hace rato volaron las rueditas de la bici. Un nene, un hijo, un hermano, un amigo, un alumno de la sala de 4 (aún). En todo este remolino de invitaciones, tiempos para fabricar galletitas de su placer y comprar los chiclets de Batman, le hemos preparado una coreografía con la hermana. Quedamos muy ridículas las dos cantando el cumple medio rapeado y haciendo pasos al unísono (al menos intentándolo) El nos mira con una mezcla de asombro y vergüenza ajena. Pero se emociona y luego nos abraza.
Aún le queda mucha dulzura... Me hace feliz.