Cada cual tiene su potro. Su caballo indomado que se libera en el momentos menos esperado. Ese que nos abandona en pleno trámite, en la parada del colectivo e inclusive en momentos "serios". El potro se libera y se va, se va, huye, se divierte, retoza y se descarga hasta que se cansa y vuelve tranquilito a su retablito. My wild horse está intacto por suerte. Tal vez ahora puedo distinguir los momentos en que lo dejo salir a relinchar y desbocarse por ahí, pero a veces no: el muy rebelde se me escapa y se me hace el loco. Y me sonrío en silencio en pleno acto escolar, me voy en una conversación telefónica o me pierdo en plena función de cine. ¿Y el potro Vanadía? Me decía el profe de Derecho del cual aprendí el concepto en el secundario. Entonces mi caballito andaba a los corcovos muy lejos, alimentándose de pastizales exuberantes y mojandosé las patas en arroyos vírgenes.
6 comentarios:
Me encantó el concepto... y aunque hable muy mal de mi, mi potro se llama Ego. Suele venir cuando lo llamo con un chiflido, me subo y no siempre los resultados de la cabalgata son los mejores.
Yo soy mi propio potro... El Pegaso.
;)
Bexos
Ad
Yo potros no se, pero alter egos tuve varios. Todos con nombre y hasta hablaban solitos cuando querían. Escribían novelas, un quilombo.
Yo tengo un caallo desbocado adentro mío que intento domar porque me atormenta. De a ratos me sale. Pero me gustaría mejorar.
beso
como siempre, lindo leerte!
Con el Potro todo bien, hasta que se accidentó o lo mataron. No me olvido de esa cuambiancha "Soy Cordobés" que tanto le gustaba a los porteños.
(Mi comentario se cae del caballo)
Hurri, cada cual elige su potro, el mío es el yo reprimido, bueno, no tanto.
Pegaso vos sos en vos mismo!
Thiago. Tal ves ese es el tuyo, his name?
Laura, un placer leerte a vos, siempre paso!
Yaya, su comentario se quedò en el palenque número 5.
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