Sé que esto no durará mucho, que luego seré una vieja ridícula y patética. Pero mientras tanto, me divierto compartiendo y contando lo que me entretuvo de chica.
Salimos a caminar: cortamos flores, armamos coronas, las ponemos en agua aunque sean diente de león. Pasamos por mi escuela primaria, les cuento que a los siete años, íbamos y veníamos en colectivo de línea con compañeros de la misma edad. Que acá vivía la tía tal, que allá la otra, le tocamos el timbre a la tía Ilda y si está la saludamos.
Les muestro donde quedaba la academia de mecanografía (la niña no se explica cómo fui a aprender eso, ¿para qué?) y donde le mandábamos a robar chicles al mellizo mientras que con la melliza volvíamos loco al almacenero preguntando precios. Toda esa odisea en el camino a catecismo. Después obligamos al ratero a confesar el hurto y nosotras no dijimos ni mú. Estuvo arrodillado rezando un buen rato por hacernos caso.
Mis hijos se divierten con las historias, la transformación de los sitios (vivimos en mi casa de infancia, en el barrio) y van construyendo su propio anecdotario con otras aventuras.
Momentos que los registra la memoria y la oralidad. Impagables.
1 comentario:
Aaay si...
Es lindo encontrarse con gente grande como uno y hacer juegos con las manos... IN-TE-RAC-TI-VI-DAD fisica!!!
Si a los chicos le queres enseñar a jugar algo que tengan que correr mucho o coordinar con otra persona... les cuesta demasiado.
(Pero si son agiles en la compu o con la play station... jejeje)
Bexos
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