30.1.09

EL ANGEL DE UN LEÓN



Cuando salió está canción mirábamos el video con mi hija y escuchábamos la letra, ella era chiquitina. Y se emocionaba, me decía que le dolía acá. Inevitable. Anoche Gieco comenzó una maravillosa, extraordinaria maratón de sentimientos que repercutieron acá, allá y más adentro.
Habíamos ido a Cosquín con la expectativa de siempre. Su hora de subida al escenario era tardía y estábamos cansados aunque habíamos visto y oído buenas propuestas.
Pero este León, este León inquieto se las trajo. Luego del tiempo de emisión por tv presentó un proyecto con el que viene trabajando desde hace un tiempo y que incluye gente con distintas discapacidades o dificultades. Como vos y yo, porqué no.
Pero no es un proyecto que dice, bué, los vamos a incluir porque pobres, esto es así. Es una idea que presenta el arte, la música, la danza, la pintura y el baile como integración y aceptación de otras formas de vidas que hallan barreras para comunicarse.
Gieco se sentó y acompañó. Un grupo extraordinario hizo el resto. La plaza, escuchó, se emocionó, aplaudió. Yo lloré, claro. Porque no puedo dejar de pensar como me llegan sus letras y como el tema de la discapacidad ha pegado en una que otra familia cercana y la mía. Porque así es la vida, así son las diferencias, así somos los seres humanos.
Y ser escuchado puede provocar una inmensa felicidad. Porque escuchar me la provocó, ver, mirarme adentro también.
Hija, así, como el ángel de la bicicleta, hay tantos y lo sabemos y también que podemos hacer algo. El arte, por suerte, da la alternativa de ser el alma mater de esta provocación inusual en una plaza clásica, caduca, aburrida, como suele ser la del festival del folklore.
Ay... este León.

1 comentario:

Verónica Tirados dijo...

Ross. que linda emoción. De esas que nos hace repensarnos desde muchos lugares...
Que bueno haber estado ahí..

Besos.
Vero