En la vereda, cucha super de lujo. Los atorrantes pasan la noche como si fuera un hogar pasajero pero se quedan. La señora que los alberga tiene una farmacia ahí en la esquina e hizo construir la una cucha donde caben un par. Cuando voy a buscar a la niña al cole, me encanta verlos panza al sol disfrutando del dolce far niente. Me hace acordar a una anécdota de casitas y chozas, que todos hemos hecho alguna vez. Viqui me contó que ella junto a su hermana, en unas barrancas cerca de su casa, se habían hecho un refugio que hasta cortinitas tenía. Vaya sorpresa cuando un día encontraron que a la casita la había ocupado un homeless convertido en ese momento en ocupa. Yo hacía mis casitas debajo de la mesa, cuando mi vieja o mi tía Ilda ponía las frazadas para planchar y quedaba oscurito.
Pero los de la foto la ligaron bien de arriba...
Pero los de la foto la ligaron bien de arriba...
3 comentarios:
Me encantó este post, me encanta que la gente sea solidaria con los animales. Yo el día que pase por ahí también me tiraré panza arriba al sol. Un saludo grande a vos que sos una amante y protectora de los perros.
Que lindo!!!! Hermosa la casita, menos mal que no se la ocuparon como a nosotras jajajaj Besos!
ay que lindo.
ojalá acá hicieran más casitas asi para los perritos sin hogar.
mis angeles.
yo amo a los perritos y gatitos :D
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