No puedo escribir con fluidez porque no lo puedo creer. Porque quiero despertar y que lo que ha pasado esta semana no sea cierto. Quiero volver a escuchar su voz, aparecerla en el chat, llamarnos a diario y contarnos de libros, canciones, chicos y trapos. Hablar maldades y hacer bondades. Marearnos en recuerdos y en entreveros familiares. Puede sonar confuso, pero es muy angustiante para mí darle un nombre a este estado. Porque no le encuentro respuestas y porque no existen.
En Yapasará he blado muchas veces de ella. De mi amor infinito por mis sobrinos, de que mi corazón lleva ocupado tanto espacio que todos están apretaditos.
Ahora ¿cómo despertar y saber que todo esto no ha sido una pesadilla?¿cómo borrar de nuestras mentes ver tu queridísima sobrina entre cables y tubos primero y luego que el monitor reflejara una odiosa línea fatal? ¿cómo pensar que es inevitable el rewind?
Vero tuvo un accidente a los 14 años. Sobrevivió y fue una guerrera pasional y valiente. Envidiable su fuerza de voluntad, viajó más que vos, yo, y el vecino. Cosechó amigos, cientos. Y a su par coseché sobrinos, cientos. Claro, la tía fue símbolo de confianza en el viaje inciático de los recitales, los pubs y algunas andadas. Allí arengábamos y la devolución se hacía rica y vital.
Le metió pilas a su discapacidad, superó miles de obstáculos hasta hacer una bandera con tales aprendizajes: acceso para todos, no a las barreras arquitectónicas. Jugaba al ping pong. Laburaba. Y andaba a mil en una silla con motor. Y esos son ínfimos detalles, les juro.
Estos días la hemos llorado a mares. Sus padres, pordió, sus padres. Hermanos queridos... Sus hermanos, sus tíos y primos. Amigos de todas las cruzas como dije una vez aquí y también su pareja, Ramón, el Rá.
Yo escribo esto, lo expongo de alguna manera porque la Vero no se salteaba posts y me aimaba a la escritura, entre tantas cosas. Me hacía corregir sus gacetillas y traducir cartas que le llegaban de todas partes. Nos unieron tantas cosas: perros feos y malcriados, pinturas, texturas, paseos, charlas y chafalonería barata que aprecíabamos como tesoros. Confesiones suyas: cuando era chica te miraba como te movías y después llegaba a casa y te imitaba ante el espejo. Dulce, tierna, aguerrida. Tanto puedo decir y tanto tengo adentro que se nos hará duro superar este trance. Pero hay una cosa que me da casi exclusividad y transmite mucha felicidad: que haya sido mi sobrina y haber mantenido un vínculo que superó el parentesco, me llena la casa de orgullo para siempre.
(se puede pasar por acá y leer algo si desean)- La foto es en casa, increíble, hace unos días, luego de mi colación. La familia.
- Gracias Vero de Rosario por recordarme estas palabras de León que me hicieron cambiar el título.