Qué poder mágico tienen las canciones de mandar una melodía e  inmediatamente tocar alguna célula que dispara un químico para que luego  el cuerpo se estremezca. Ese es el poder de la evocación, de niños le  diríamos magia.
La magia de una canción, de un versito, de un personaje o de un cuento: va directo a un hemisferio del cerebro y de allí, tuc, replica el tambor en el pecho, los ojos se llueven y las comisuras se estiran.
La Reina Batata  descansa en mis oídos porque se ha dormido junto al cuerpo inquieto de  mi pequeña que hoy no lo es tanto. Esta Reina que se revelaba a quedarse  en el plato del cocinero hasta esconderse en un lugar sombrío tenía la  cadencia que le ayudaba a conciliar el sueño, recostada indefensa, sobre  mi pecho.
Ya fuera del hueco que la mantuvo flotando durante la  gestación. En el mismo sitio, pero del otro lado y la misma voz  canturreando a la hora de descansar. Ya no más “duérmete pedazo de mi corazón” ni tampoco que “la loba vendrá por aquí si esta niña linda no quiere dormir”. 
María Elena Walsh  me dio una letra armoniosa de un reino de verduras donde la  protagonista se negaba a convertirse en sopa. ¿El destino de la batata?  Transformarse en la reina de la cocina con colita verde (le brotó) ¿El  destino de mi niña? Crecer y seguir acunándose con la mágica melodía  hasta la llegada de la época de los porqués y los cuestionamientos al  pobre tubérculo y a los cocineros también. La parte que más le gustaba  entonces era cuando la nena buscaba su yo- yó.
Le expliqué a qué se refería ese juego y a partir de ahí, La Reina Batata  daba pie para un sinfín de deliberaciones de lo que cada uno hubiera  hecho en lugar del chef, de la niña o de su alteza. Al fin, las  canciones a la hora de ir a dormir se acabaron para dar paso al cuento y  luego a las charlas.
Casi doce años más tarde, se conecta mi hija  por el chat ya enterada de la noticia sobre María Elena. Entonces le  pregunto: ¿Qué recordás de ella? A La Reina Batata, mami, me responde.
Eso es evocar o mejor dicho: eso es magia.
Publicado en La Voz  
 
 
1 comentario:
A cada uno le dejó una historia, qué fuerza la de la música, la del amor, la de la gente sensible
Qué lindo contás tu historia. La Reina Batata va a sr parte de ustedes para siempre. Pasó por este mundo, Ma Elena se fue, su Reina Batata se quedó
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