Sabía cantar "changos y chinitas duermansé" ... y tenía el simple del Topo Gigio desentonando ese villancico.
El árbol demandaba un 8 de diciembre completo y se desenvolvía con cuidado. No tenía base, buscábamos un tacho, lo forrábamos con papel navideño y le mandábamos arena y piedras para enterrar el pino que tenía una especie de plumas verdes y que todos los diciembres perdía un buen puñado. Cada adorno estaba envuelto en papel de diario, eran frágiles como una bombita de luz y para matizarlo con algo artesanal, pegábamos brillantinas sobre los jugos de naranjita pindapoy que eran una delicia. Luego venía la lluvia de nieve de algodón y de unas tiras doradas, restos de los bordes de los papeles con que mi tía imprimía marcas en las plantillas de los zapatos.
Las cenas o asados eran una puerta abierta a parientes y vecinos, chin chin, cuetes, estrellitas, rompeportones y bengalas. Ilusiones y estrellas más brillantes que nunca que se adivinaban entre las hojas de parra del patio.
A la medianoche brindábamos y luego nos abrazábamos y llorábamos. Bah, yo no entendía muy bien porqué me abrazaban tan fuerte y lloraban (¿sería por el precio del regalo?) pero ahora lloro, me abrazo a mi familia y deposito lágrimas sobre mis recuerdos y ausencias y también por el precio de los regalos.
Después de 12, mientras algún mayor nos invitaba a ver el paso del cometa, volvíamos y al pié del arbolito estaban los regalos para todos y el living se llenaba de papeles arrugados y sorpresas.
Restos de sidra y clericó sobre la mesa, los vecinos se cruzaban, la calle se inmortalizaba en besos y buenos deseos.
Nos sacábamos fotos con la Kodak Fiesta hasta que se nos agotaban los cubos del flash. Nos poníamos calzones rosas, estrenábamos vestiditos y nos colgaba la cadenita de oro.
Creo que a fines de este 2008, después de tanto tiempo, tendré la oportunidad de recuperar unos cuantos abrazos y es tan grande el entusiasmo que los planes van y vienen por mensaje de texto, mails y llamaditos.
Le vamos a poner magia. Lo hemos prometido.
(foto de entonces, mi hermano del medio y sobrinos mayores: Vero y Martín)